La Repoblación interior del Reyno de León

Alfonso IX aprovechó la coyuntura europea para realizar un acuerdo (febrero de 1207) con Juan I “Sin Tierra” de Inglaterra, aprovechando la reclamación de ciertos comerciantes leoneses capturados por vasallos del rey inglés, no era un pacto hostil contra Castilla, ya que Alfonso IX se preparaba para realizar una visita oficial a Burgos; Alfonso IX buscaba facilitar el comercio leonés todavía incipiente en el Cantábrico. Las rentas del patrimonio había que incrementarlas, ya que los conflictos concluidos con los castellanos con la paz de Cabreros gravitaban sobre ellas, no se podían anular ventas y empeños, para no tener que enfrentarse con los poderosos obispos leoneses. Lo más plausible era aumentar la población villana libre, estimular el comercio y la producción de bienes. Alfonso IX favorecía la transferencia social de los siervos al estado libre, ya que nobles y siervos no tributaban, la presencia servil era más intensa en Galicia.
Alfonso IX prohibió que los “Iuniores a capite”, que vivían del producto de su trabajo, fuesen admitidos en las villas nuevas. De nuevo celebró cortes en León (febrero de 1208), esta Curia es donde se definen claramente los tres estamentos,

venerabilium episcoporum”, “primatum et baronum” y “civium multitudine”, tuvo una orientación importante hacia lo clerical.

“Pero a diferencia de los monarcas portugueses, Alfonso IX de León optó por atraerse a los obispos a fuerza de concesiones; dispuso que las casas de los clérigos gozasen de plena inmunidad ante los funcionarios de justicia; reservó los bienes de los obispos difuntos para sus sucesores; eximió de portazgos a los que transportaban víveres para los canónigos de todas las catedrales; prohibió tomar en secuestro por razón de justicia “prestimonios” o beneficios; y, por último, hizo extensiva la protección regia sobre el abadengo” (L. Suárez Fernández, 1993).

En marzo de 1208 Alfonso IX está en la nueva ciudad de La Coruña tratando de darle vida. Las repoblaciones tuvieron tres concausas: defensa, aprovisionamiento y modificación de las rentas para aumentarlas. En la Transierra la tarea se encomendó a las Órdenes Militares. En 1208 se concluyó la repoblación de Ribadeo. En 1210 ya estaba concluida la fundación del puerto de La Coruña y delimitado su alfoz, en 1226 le otorgaría el Fuero de la urbe leonesa de Benavente. En 1204 Monforte de Lemos comenzó su existencia, una sentencia regia delimitó su alfoz y sus derechos frente al monasterio benedictino preexistente. Llanes será ciudad y recibirá el Fuero de Benavente en 1206. Alfonso IX tenía un gran interés por la antigua capital del “Asturorum Regnum”, Oviedo, a la que reforzaría fueros y libertades, en 1225 se le agregaría Nora a su alfoz. A la subida al trono de Alfonso IXix, Asturias era una tierra pobre de campesinos, con grandes sangrías en su población, que había repoblado el sur de los Picos de Europa, límite antañón entre ástures transmontanos y cismontanos-augustanos; sólo Oviedo tenía una estructura ciudadana semejante a las del resto del Reyno de León incluyendo un burgo de francos y Avilés con su puerto y su alfolí salinero, eran las únicas ciudades con personalidad; Alfonso IX realizará innumerables esfuerzos por esta tierra. En 1199 repobló Bembibre y a continuación Viana, Robleda, Ponferrada y Castro Ventoso (con gente de Cacabelos), la riqueza agrícola del Bierzo aumentaba las rentas de la Corona y era “peccata minuta” indemnizar al obispo de Astorga por las pérdidas de pobladores que iban a vivir al Bierzo; otros nombres eran Mayorga, Coyanza-Valencia de Don Juan, Rueda y Puebla de Sanabria.
El rey de León pretende lograr un crecimiento en profundidad, aumentando población y rentas, había que reforzar el espacio ocupado, que estaban en Asturias, Galicia, Montes de León, Campos Góticos y la Transierra. En Asturias otorgó cartas de privilegio a “polas”, equivalentes a futuros concejos, lo que ascendía a sus ciudadanos en su calidad jurídica, era una difusión de la libertad para todo el territorio leonés, los lugares de constitución de las “polas” estaban previamente establecidos. En Galicia se realiza por cuestiones de defensa y mercantiles. La Curia de León (1208) tuvo su complemento al reunirse todos los obispos en Compostela, así lograba plena concordia con ellos. Alfonso IX se encontraba con mayor frecuencia en Santiago de Compostela, para vigilar de cerca las obras de la Catedral concluidas el 21 de abril de 1211 y realizando el obispo Pedro la consagración del edificio. Compostela era la capital religiosa del Reyno de León y León era la “caput regni”.
E
n junio de 1209 se reunió con Alfonso VIII en la otrora urbe leonesa de Valladolid, fundación que lo fue del dux leonés Pedro Ansúrez y repoblada con catalanes de su yerno Armengol de Urgel, para pacificar definitivamente las fronteras, frenando a los nobles alborotadores y planificando la nueva guerra contra los sarracenos. Cuatro obispos, dos castellanos (Palencia y Segovia) y dos leoneses (Salamanca y León) se reunirían cada año en Castronuño para solucionar los conflictos. Alfonso VIII mostró interés en incluir al rey Sancho I de Portugal, en los tratados de paz, su heredero Alfonso II Sánchez de Portugal trataba de incrementar el realengo prohibiendo discretamente el abadengo. Los obispos protestaron, la muerte de Sancho I incluía un testamento en el que dejaba rentas de monasterios (Bouças y Arouca) a sus hijas Teresa (ex-reina de León, que acudió a su ex-marido Alfonso IX en demanda de auxilio), Sancha y Mafalda; ya que Alfonso II rechazaba la donación y sólo aceptaba ceder las rentas. El resto de la familia regia portuguesa acudió a refugiarse en la Corte de León, los infantes Pedro y Fernando Sánchez y los bastardos Teresa y Martín Sánchez. Alfonso IX hizo a su ex-cuñado Pedro mayordomo mayor y arregló el matrimonio de esta segunda Teresa con el magnate Alfonso Téllez de Meneses. Alfonso II invocaba una bula del Papa Alejandro III , que manifestaba sin ambages que los derechos de un heredero incluían todo el patrimonio regio sin merma alguna. El Papa Inocencio III ordenó a tres obispos del Reyno de León (Compostela, Astorga y Zamora) y dos portugueses (Guarda y Lisboa), que defendieran la legitimidad testamentaria, utilizando penas eclesiásticas si fuese menester. Alfonso VIII , por el contrario, estaba presto a ayudar a su yerno Alfonso II de Portugal.


“Alfonso II , a través de sus embajadores, el obispo de Lisboa y el maestre Vicente, deán de su catedral, pudo demostrar ante el papa que la transmisión del realengo a sus hermanas significaba un verdadero detrimento de sus rentas, puesto que Mafalda había intentado vender Bouças a la Orden de San Juan, quebrantando de este modo los futuros ingresos de la corona. Inocencio III hubo de reconocer que la cesión era un usufructo, y nada más. Las otras dos hermanas, Teresa y Sancha, se prepararon para resistir, alzando en Montemor-o-Velho y en Alemquer la insignia de Alfonso IX de León. Gonzalo Mendes de Sousa, que hiciera pleito de homenaje al rey leonés, tomó el mando de estas guarniciones, mientras que en la frontera el infante Pedro de Portugal y el primogénito de Alfonso IX , Fernando Adefónsez, preparaban un ejército para acudir en auxilio de sus parientes. Esta fue la causa de que el rey de León estuviera ausente de la gran jornada bélica de las Navas de Tolosa, aunque sí combatieron en ella algunos contingentes de su reino. Muy pronto, el arzobispo Jiménez de Rada, encargado de concentrar las tropas de la cruzada, avisó al papa; en marzo de 1212 los leoneses habían tomado tres villas de Portugal (Valsamo, Fresno y Ulgoro) y el 5 de abril una bula enviada a toda prisa desde Roma amenazaba a Alfonso IX con la excomunión y aludía vagamente a lo que podría considerarse como una traición en los decisivos momentos que se avecinaban. El propio Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, recibía el encargo de reunirse con el de Santiago para poner fin a la insensata guerra entre cristianos. Lógicamente, Alfonso VIII interpretó esta intervención pontificia como un estímulo para prestar ayuda a Alfonso II . Así pues, mientras el gran ejército cristiano emprendía la marcha desde Toledo para ir al encuentro de los almohades, Alfonso IX invadía Portugal, llevando consigo a muchos nobles portugueses, saqueaba el territorio hasta Coimbra y obtenía en Portela de Valdévez una pequeña victoria. A finales de julio, todo cambió: las Navas de Tolosa habían presenciado finalmente la “Batalla” con mayúscula que se venía esperando; el Islam había recibido un golpe de muerte y resultaba insensato seguir batallando en las fronteras de la lejana retaguardia cuando se abría ante los monarcas peninsulares la gran oportunidad de liquidar la recuperación o reconquista de Hispania (España y Portugal). Con la noticia de la victoria, Inocencio III redactó una bula (31 de agosto de 1212) instando a la paz y designando jueces que pudieran resolver el conflicto entre Alfonso II de Portugal y sus hermanas. Los tres reyes del mismo nombre se reunieron en Coimbra el 11 de noviembre de 1212 para jurar la paz. Se proponían indemnizaciones a las infantas, restitución de bienes, y paz. Alfonso IX conseguía una franja de tierra de conquista hacia el sur, el final sería Sevilla. Los tres Alfonsos firmaban un pacto de agresión contra los almohades. Teresa, Sancha y Mafalda Sánchez recibían quince maravedíes de oro para la fundación del Cister en Lorvao” (L. Suárez Fernández, 1993).

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