Administración territorial
El rey tenía la “potestas” y los “tenentes” la subrogación temporal de ella para un determinado territorio. La importancia del territorio no es directamente proporcional a la influencia del noble poseedor del mismo en la Curia. Los verdaderos auxiliares del rey en la Curia regia eran: a) el mayordomo, b) el alférez y c) el merino mayor; los dos primeros cambiaban con tanta frecuencia como para pensar que se trataba de un honor, el tercero con poder judicial duraba más tiempo, había uno para León y otro para Galicia. Los clérigos permanentes de la Curia regia se encargaban de la cancillería y de la capilla. La cancillería tenía un personal permanente de notarios y “scriptores”, los tres cancilleres fueron Pedro Vele, Rodrigo Fernández y Rodrigo Álvarez; a partir del año 1202 son Fernando, deán de Compostela, Pedro Suárez y Pedro Pérez. Los territorios de realengo no podían pasar a solariego o a abadengo sin un permiso expreso del rey. La mayor dificultad de Alfonso IX fue proveerse de fondos para sus campañas militares, las milicias concejiles eran eficaces, pero las Órdenes Militares proporcionaban la caballería y había que pagarlas con encomiendas o propiedades de villas (maniático, luctuosa, gayosa, osas y nuncio) y eran eximidas de pago por el rey de León; los “redditus” (depósitos o ventas a iglesias y monasterios) creados por Fernando II resolvían una necesidad perentoria, pero enajenaban una parte de las rentas. Alfonso IX pretendía conseguir un aumento en el rendimiento de la hacienda pública:
I
. Directos: a) “Fonsado o Fonsadera”, a cambio de la exención del servicio militar. Se vinculaba al sostenimiento del ejército y sus pertrechos; b) “Yantares”, contribución a la despensa regia; c) “Fumazgos, fuegos o fogatges”; d) “Moneda”, regularizada desde el siglo XIII , era una indemnización que pagaba cada súbdito, de siete en siete años, el rey a cambio renunciaba a alterar el valor de las piezas acuñadas.
II
. Indirectos: a) “Multas o caloñas”, que devengaban algunos delitos, pero tenían poca enjundia, ya que sostenían también el “modus vivendi” de los jueces; b) “Portazgos o peajes”, que abonaban las mercancías al circular por
el territorio leonés; c) “Petitum o petito”, era un nuevo impuesto, era general y cada concejo tenía asignada una cantidad a repartir entre sus vecinos. Los impuestos se arrendaban para evitar las desigualdades. Para incrementar las rentas había que elevar el número de contribuyentes, era necesario reconquistar, lo cual era caro y, además, repoblar. A partir de 1202 la repoblación interior se aceleró, atrayendo gentes de otros reinos, diluyendo la identidad leonesa y elevando a los habitantes al nivel de pecheros privilegiados. Las treguas con Yaqub habían terminado (1194) sin prórrogas por “la insolencia de los embajadores leoneses y castellanos”.
E
l khalifa almohade decidió montar una importante ofensiva para volver más razonables a los dos reyes Alfonsos. El rey de León decidió proporcionar medios importantes a las órdenes militares, Hospitalarios y de Santiago, el diezmo de lo acuñado para nuevas reclutas. En noviembre de 1194 Alfonso IX estuvo en Toledo, antañona taifa leonesa y ahora urbe castellana, entrevistándose con su primo Alfonso VIII , no se conocen los términos de la reunión, pero el rey de León no se marchó tan contento como lo estaba cuando llegó. No obstante en el verano de 1195 acudió en auxilio de Castilla, aunque cuando llegó a Toledo ya se había producido el desastre de la batalla de Alarcos (18 de julio de 1195); Yaqub se apoderó de Alarcos, Malagón, Guadalfuerza, Calatrava la Vieja y Caracuel, en el campo de batalla quedaron los cuerpos de muchos castellanos muertos, ya que no habían podido soportar el calor terrible de la jornada, bajo el peso de sus armaduras. El acceso a Toledo para los sarracenos estaba franco.
E
n León clérigos y laicos descalzos fueron en procesión a san Isidoro en penitencia “la Virgen milagrosa de san Esteban lloró lágrimas de sangre anunciando la calamidad que iba a ocurrir” (Lucas de Tuy. “Chronicon Mundi”. IV).
