No olvides nunca de dónde vienes, aunque desconozcas dónde vas.
Ser de León es algo que te traspasa la piel y te eriza el vello, y hace que cualquier otro lugar del mundo sea un lugar más, y nunca un hogar.
Volveré a sentir tan mío ese acento que todo lo pregunta y que nada cuestiona. Que todo lo hace pequeño sin menospreciar y donde un telar puede coser, adornar y hasta estorbar y que puede estar acompañado por cualquier chismín.
Donde la cecina, que es un manjar, la puedes desayunar, comer y hasta cenar.
Donde las montañas son tan altas que hacen cosquillas al cielo y es tan fácil perderte y encontrarte contigo mismo o con la vieja del monte. Que nuestras montañas son más que es un refugio sagrado, lleno de costumbres, de misterios…
Donde sus cuevas son tan profundas y preciosas, que reciben multitud de visitas, siendo orgullo leonés.
Donde puedes acceder a los fantásticos Picos de Europa desde Riaño, que sirve de puerta, de telón y de sorpresas increíbles desde la cima del pico Gilbo.
Donde los ástures, romanos, suevos, moriscos, judíos… aportaron parte del ser leonés.
Donde la vida pasa tranquilamente, entre sus calles empedradas, sus vinos y tapas, su andar risueño, su románico, su mudéjar leonés, su gótico y su pulcra, que se sobrepone a todo, incluso al tiempo y al topo, que intentaba evitarlo, su plateresco, su modernismo con Gaudí al frente y tantas, tantas joyas…
Donde el frío, que tampoco es para tanto…, no consigue que nos quedemos en casa. Ya se sabe, en el húmedo no hace tanto frío…
Donde disfrutamos del cocido maragato comiéndolo al revés, empezando siempre por la carne y acabando por la sopa.
Donde todos los octubres subimos hasta la Virgen del Camino y disfrutamos de nuestros carros engalanados y nuestros pendones, que nos emocionan.
Donde nuestro árbol de navidad no dispone de ramas verdes que adornar aunque si está lleno de buenos deseos, de las 12 velas y de las ofrendas.
Donde la Semana Santa consigue juntar y mezclar a devotos y no creyentes a los pies del Nazareno o en el perpetúo Encuentro, porque la belleza sobrepasa la fe y donde el Jueves Santo se puede ver como un pobre diablo llamado Genaro, sigue teniendo seguidores.
Orgullo leonés. Orgullo de ser. Orgullo de pertenecer.
Autor: Desconocido