VOCES del PAÍS LEONÉS-JOSÉ BENITO MATEOS PASCUAL y CARLOS J. SALGADO FUENTES

Conozcamos de primera mano, desde el respeto y el conocimiento, los sólidos argumentos por los cuales la mayoría de los leoneses y leonesas luchan pacíficamente día a día, sin descanso, hace cuatro décadas, por el reconocimiento de la autonomía leonesa. Me- rece la pena detener la lectura en lo mucho que tienen que decirnos, la comunicación es elemento clave para entender este contencioso identitario que no va contra nadie, sino que es una reacción de supervivencia como pueblo diferenciado, uno de nuestros pueblos milenarios de Iberia, referencia histórica de Europa.

Entrevista a José Benito Mateos Pascual y Carlos Javier Salgado FuentesSALAMANCA

José Benito Mateos Pascual “Txebe”, nacido en Madrid (1974), de padres, abuelos, bisabuelos… charros, reside en Peñaparda (Salamanca). Es músico tradicional, escritor y defensor de la “palra d’El Rebollal” (variedad local de la lengua leonesa). Como músico tradicional, es “tamborileru”, apareciendo en los discos “El pandero cuadrado de Peñaparda” (2002) y “Tesoro de Tradiciones. Peñaparda” (2019), además de en el documental “Llionés. De Senabria a El Rebollal”. Como escritor, aparte de varios cuentos en “la palra” premiados en concursos locales, ha publicado “Breve descripción de Peñaparda” (2002) y el poemario “El corral los mis agüelus” (2004), primer libro escrito en la “palra d’El Rebollal”. Uno de sus poemas, “Jálama”, se leyó en las Cortes de CyL en la defensa de la PNL sobre la lengua leonesa que hizo, el 26 de mayo del 2010, José Ignacio Martín Benito. Ha colaborado como traductor en los poemarios “Se lo dije a la noche” (2011) y “Aire, fuego y deseo” (2016) de Juan Carlos García Hoyuelos, y con el relato “Caminus” en la reedición de “El dialecto leonés” (2018).

Carlos Javier Salgado Fuentes (Vitoria-Gasteiz, 1987), de raíces familiares procedentes de Guadramiro (Salamanca) y Mata de Alcántara (Cáceres), Carlos Javier Salgado es Doctor en Estado de Derecho y Buen Gobierno (Ciencia Política) por la Universidad de Salamanca, en la cual se doctoró en el año 2015, y donde previamente obtuvo la Licenciatura en Ciencias Políticas y de la Administración (2009), y el Máster en Democracia y Buen Gobierno (2010). Es autor de las publicaciones “La evolución de la identidad regional en los territorios del antiguo Reino de León (Salamanca, Zamora, León)” (Universidad de Salamanca, 2016) y “La cuestión económica de la Región Leonesa” (Cultural Norte, 2019), habiendo publicado asimismo diversos artículos en periódicos como La Opinión de Zamora, Diario de León, Salamanca Al Día o La Nueva Crónica, e impartido diversas conferencias. Actualmente reside en Béjar (Salamanca), y ostenta el cargo de presidente del Colectivo Ciudadanos del Reino de León (CCRL).

Como salmantinos de Guadramiro, comarca de la Ramajería, y de Peñaparda, comarca de El Rebollar, ¿es fácil explicar a sus paisanos qué es ser leonesista?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Más que fácil o difícil, supone tener que lidiar con ciertos mitos y prejuicios, ya que hay una serie de acusaciones sobre el leonesismo que, aunque infundadas, están bastante extendidas, habiendo sido conscientemente difundidas en ocasiones por representantes de los grandes partidos. Hablo de algunas frases recurrentes que suelen decirse cuando se plan- tea la autonomía de la Región Leonesa por estas latitudes, como la de “ya queréis ser como los catalanes”, la de “para que León se lo lleve todo, para eso Valladolid me pilla más cerca”, la de “León lo que quiere es ser ella sola autonomía, sin Zamora ni Sala- manca”, o la de “León lo que quiere en realidad es irse con Asturias, y pasa de Zamora y Salamanca”, por ejemplo. Y todo ello a pesar de que el discurso oficial del leonesismo es el de una autonomía triprovincial, pero ya se sabe el dicho de “calumnia, que algo queda”, y es evidente que muchas acusaciones que se le han hecho al leonesismo han dejado su poso en la sociedad salman- tina. A esas frases prejuiciosas habría que sumar la más típica de “lo que había que hacer es quitar todas las autonomías”, que es bastante recurrente en una sociedad tan conservadora como la salmantina. Y aparejada a esta estarían las de “más políticos que mantener” u “otra autonomía para qué, para crear más gastos”, cuando en realidad no se estaría creando un nivel administrativo nuevo, sino dividiendo proporcionalmente uno ya existente. De modo que lo que conlleva ser leonesista es un esfuerzo extra de cara a explicar bien lo que se plantea para desmontar estos prejuicios, aunque desgraciadamente hay quien no es capaz de hacerlo de forma sosegada y con el debido respeto a quien ofrece una postura o planteamiento distinto.

¿La población charra se siente leonesa?, ¿tienen la percepción de que ese sentimiento va en aumento?, ¿y entre los jóvenes?

José Benito Mateos Pascual: Sí que hay mucha gente que se siente leonesa. No en vano, la actual autonomía se inventó en 1983 y, aparte de la gente que sí tiene memoria y sabe que, aun- que nos hayan juntado en el mismo cesto, seguimos siendo leoneses, también hay parte de las nuevas generaciones que, a pesar de toda la propaganda vertida en estas tres últimas décadas, tiene muy claro que seguimos siendo leoneses. Aunque luego no se ha visto reflejado en las urnas, sí que se nota un mayor respeto hacia el movimiento leonesista, y lo que antes era algo “raro” ahora es una posibilidad. La gente cada vez tiene más claro que esta autonomía no funciona, y que sería mucho mejor que leoneses y castellanos siguiésemos nuestros caminos por separado.

¿Por qué, en vuestra opinión, muchos zamoranos y salmantinos, se dicen ser castellanos?

José Benito Mateos Pascual: Creo que, la mayoría de las veces, es por falta de información. Hay que tener en cuenta que llevan tres décadas bombardeándonos con una propaganda que tiende a “uniformar”. Esa propaganda le escondió a la gente, entre otras cosas, que León y Castilla son dos regiones diferentes. Se inventó un gentilicio para los habitantes de la actual autonomía que venía a sustituir a los tradicionales leoneses y castellanos…

Además, está el hecho (y no menor) de lo que se conoce como “economía de lenguaje”. En otras palabras, ir a lo fácil: en vez de decir “castellanos y leoneses” o el otro invento de “castellano-leoneses”, que son muy largos, se quita la segunda parte y ya está, todos “castellanos”, escenificando el refrán de “ancha es Castilla”.

Y, por último, por ese “aura de santidad” que la Generación del 98 le dedicó a Castilla. Hicieron de Castilla (los del 98 y todos los que le siguieron, especialmente en tiempos de la dictadura) la “esencia” del Estado. Para este tipo de pensamiento centralista, todo lo no-castellano es “impuro” y, como poco, hay que ridiculizarlo. Así que, salvo honrosas excepciones, se ha estigmatizado todo lo leonés tanto en Salamanca como en Zamora, incluso en la propia provincia de León. Y se vendió “lo castellano” como una marca de prestigio. Esto último hizo que, primero, la gente quisiese abonarse a “lo castellano”, olvidando así sus verdaderas raíces. Y segundo, al aplicarle el adjetivo “castellano” a muchas cosas que no lo eran, se desvirtuaba a la misma Castilla. Dos pájaros de un tiro, León y Castilla, una buena caza para los amigos de la uniformidad y el centralismo.

El hecho de que exista una provincia y ciudad llamada León, ¿puede ser uno de los factores por lo que salmantinos y zamoranos sientan desafección por una comunidad cuyo nombre es homónimo a uno de sus tres territorios?, ¿se podría resolver con una futura división del País Leonés en comarcas en lugar de provincias?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Sin duda, el hecho de que una ciudad y provincia tengan un nombre coincidente con el de la región es un hecho que dificulta tanto la identificación con lo leonés en Zamora o Salamanca (y también en El Bierzo), como una mayor simpatía hacia la autonomía de la Región Leonesa, ya que dicha coincidencia nominal tiende a crear el esquema mental de que en la misma se sería un apéndice de la ciudad de León, y que esta pasaría a ser una nueva Valladolid. Y todo ello a pesar de que el leonesismo siempre ha dicho que quiere una autonomía con reparto de sedes entre las tres provincias. Pero no se puede obviar que el hecho de que la región se llame León genera cierto nivel de desconfianza entre algunos salmantinos y zamoranos respecto a cómo se podría configurar la autonomía leonesa. Aparte de esto, que existan algunas voces que piden la autonomía uniprovincial de León, planteando con ello descuartizar la Región Leonesa, y poniendo encima de la mesa la posibilidad de dar la espalda a Zamora y Salamanca, no hace sino alimentar más esa posible des- confianza, pues hace que los salmantinos o los zamoranos podamos sentirnos actores de segunda de cara a construir una autonomía leonesa.

Permítanme una reflexión, la castellanización del País Leonés hay que datarla mucho tiempo atrás a la formación de la comunidad autónoma de Castilla y León, incluso cuando nadie cuestionaba que había una región llamada León integrada no solo por la provincia homónima, sino también por Zamora y Salamanca. Sin embargo, los poetas de la generación del 98 visualizaron la meseta, incluida la parte leonesa, como imagen de una Castilla decrépita y melancólica. Miguel de Unamuno, Rector de la Universidad de Salamanca, escribió:

Salamanca, Salamanca renaciente maravilla académica palanca de mi visión de Castilla.

Referencias poéticas a Castilla he visto en Candelario (Salamanca) y en Hervás (Cáceres), donde una placa aparece escrito lo siguiente…

¿A qué se debe este tópico literario de relacionar la imagen cerealista, sin árboles, tan característico de la me- seta, principalmente en la Tierra de Campos y La Mancha, con Castilla?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Bueno, eso realmente deberían responderlo los autores de la Generación del 98, que son quienes acuñaron dicha identificación. No obstante, el concepto de Castilla ha sido muy manoseado, desvirtuando su realidad histórica y territorial. En este aspecto, la Generación del 98 no crea dicha concepción, pero sí resulta clave para su expansión a toda la sociedad. De manera previa, en el siglo XIX podemos observar que en la división militar se crea una Capitanía General de Castilla la Vieja, con sede en Valladolid, que casualmente incluye las provincias leonesas, y que incluso llega a incluir Asturias también, pero a su vez deja fuera a la mayoría de provincias castellanoviejas. Ahí ya podemos hablar de una confusión en el concepto de Castilla, como también podemos verlo en las comunicaciones llevadas a cabo desde la burguesía harinera de Valladolid en el siglo XIX, que crea el periódico El Norte de Castilla precisamente para difundir ese concepto de Castilla como sinónimo de la Submeseta Norte, en el que converjan León y gran parte de Castilla la Vieja bajo la identificación de todo como castellano. Este hecho por un lado identifica lo leonés como castellano, y por otro descuelga a territorios históricamente castellanos como Santander o Logroño del concepto de Castilla. Detrás de ello habría un claro interés económico, que sería el de situar a Valladolid como epicentro de una región que englobase a la cuenca del Duero, ya que con León y Castilla de manera separada Valladolid se quedaría en un costado de ambas, posición periférica que dificultaría, ante una regionalización del país, que pudiese ejercer de cabecera regional. En este sentido, por un lado, hubo un interés económico de la burguesía vallisoletana de crear un concepto de Castilla basado en la cuenca del Duero, y por otro lado tenemos a la Generación del 98 que, fuera de ese interés, y con una visión más romántica o poética, ve el área cerealista de la cuenca del Duero como el territorio que mejor plasma la decadencia sufrida por España, tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Por ello, acuña el término de Castilla como sinónimo de esa área donde mejor se percibiría la ruina en la que habría quedado España tras la pérdida de su pasado glorioso como imperio y potencia mundial.

Otro dato significativo en el cual se demuestra que la asimilación cultural del País Leonés por la identidad castellana viene de lejos es el municipio zamorano de Rionor (Ruidenore en leonés), cuyo nombre cambió a Rihonor y al que se le añadió posteriormente “de Castilla”, presumiblemente en la época franquista.

¿Saben quién modificó el nombre con el añadido “de Castilla” teniendo en cuenta que esa localidad por entonces hablaba leonés y pertenecía a León?, ¿y cuáles los motivos de ese desafortunado cambio?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Es un caso más que peculiar. En ese caso, el “de Castilla” parece que se le habría añadido oficial- mente en época franquista, pero ya se empezó a emplear dicho término en la segunda mitad del siglo XIX, aunque no fuese el oficial entonces. Antes del siglo XIX sin embargo no hay constancia documental de que se haya empleado el “de Castilla” en dicho nombre, lo que nos lleva a enlazarlo con que presumiblemente se habría empezado a usar, para diferenciarlo del Rionor portugués, como consecuencia de la extensión del concepto Castilla a la parte española de la cuenca del Duero. Finalmente, y presumiblemente durante el franquismo, la denominación oficial de Rionor se cambió por la de “Rihonor de Castilla”, un hecho curioso por- que también se venía empleando desde el XIX el término “Rionor de España”, y bien se podría haber optado por aquella otra opción. No obstante, Castilla se ha tendido a considerar por amplios sectores del nacionalismo español como germen y máxima ex- presión de España, por lo que tampoco resulta extraño que se añadiese en esa época de nacionalismo español exacerbado dicha denominación, como también ocurrió en la provincia de Ávila, con Casas del Puerto de Tornavacas, localidad a la que se le mudó su denominación por Puerto Castilla en época franquista.

Es frecuente ver reflejado en las notas de prensa, manifestaciones y redes sociales el término País Leonés para referirse al territorio común de los leoneses de León, Zamora y Salamanca. ¿Es correcto emplear “país” seguido del gentilicio “leonés”?, ¿desde cuándo tenemos constancia de su utilización para referirse a esta comunidad histórica?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Es correcto, dado que la RAE reconoce el término país como sinónimo de territorio, por lo que en este caso decir “país leonés” es lo mismo que decir “territorio leonés”. Después términos como “paisano” o “paisaje” también derivan del de país, que sí que es cierto que en el imaginario colectivo se ha ido reduciendo a hacerlo casi sinónimo exclusivo de Estado, pero nunca se dio esa concepción como significado único del término “país”. En cuanto a la constancia documental del término País Leonés, hemos de remontarnos al siglo XIX, apareciendo por primera vez en 1893 en el periódico madrileño “La Unión Católica”, dentro de un artículo sobre cuestiones militares, en que se emplea el término como sinónimo de territorio leonés. Posteriormente, fue usado en diversas publicaciones tanto del final del XIX como ya del siglo XX, no teniendo eco su uso en las provincias leonesas hasta la década de 1970.

La Constitución, en su artículo 2 del Título Preliminar, “reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. En base a este derecho constitucional, el País Leonés que fue uno de los reinos más relevantes de Europa y aún conserva una lengua propia, debiera de ser considerada como de nacionalidad histórica. Entonces, ¿por qué una parte del leonesismo se refiere a ella como una región?, ¿temen a que les tachen de independentistas?

Carlos Javier Salgado Fuentes: En primer lugar, aunque haya sectores que puedan considerarlo degradante, no veo como algo negativo referirse al territorio leonés como una región. No deja de ser un territorio parte de un Estado más amplio que se encuentra definido por características geográficas, históricas y sociales propias, por lo que concuerda con la definición de región que otorga el diccionario. Personalmente, no me quita el sueño si se le quiere denominar región o nacionalidad, porque lo que creo debería estar fuera de toda duda es que nos asiste el derecho a ser comunidad autónoma, por historia, por entidad e identidad, y por estar oficialmente reconocidos al aprobarse la Constitución en 1978. ¿Miedo a ser tachados de independentistas? Obviamente, en una sociedad con tanto arraigo nacional español como la leonesa, evidentemente hay un cierto temor a que se haga dicho paralelismo, porque conllevaría el desprestigio social de la petición autonomista leonesa a ojos de gran parte de nuestra sociedad.

¿El folklore leonés es distinto al castellano?, ¿cómo los diferenciamos?

José Benito Mateos Pascual: El folklore leonés es muy distinto del folklore castellano, del mismo modo que este es muy distinto de, por ejemplo, el aragonés. El querer inventar un “folklore castellano-leonés” o hablar de él como si fuese una realidad, recuerda a los tiempos en que la Sección Femenina inventaba trajes, canciones, folklore…Y lo daban por bueno.

El folklore leonés, al igual que el de todos los pueblos de la Península, tiene su propia personalidad. Empezando por los trajes, que en las tres provincias leonesas tiene ese aire familiar y esas prendas que, como el dengue o mantilla, o el pañuelo en la cabeza, únicamente se daban (salvo excepciones) en las provincias leonesas y no en las castellanas, con unos trajes tradicionales muy diferentes (especialmente los femeninos). Continuando por los instrumentos con los que se ejecutaban las piezas tradicionales. Instrumentos como el pandero cuadrado, la gaita y el tamboril o la gaita de fole se tocan tradicionalmente en las provincias leonesas, pero no en las castellanas, por mucho que los grupos actuales de folk y de folklore quieran incluirlos en sus temas. Podemos seguir con los bailes, muchísimo más similares entre las comarcas de las tres provincias leonesas, incluso entre comarcas muy alejadas entre sí, que entre los leoneses y los castellanos. De hecho, podría decirse, sin temor a equivocarse, que el folklore de las tres provincias leonesas (Salamanca, Zamora y León) tiene bastante más que ver con el de Asturias, Galicia o Extremadura que con el castellano.

¿El folklore charro tiene las mismas características que el resto del País Leonés?

José Benito Mateos Pascual: Sí, lo he referido un poco más arriba. En lo referido a trajes, instrumentos y bailes tradicionales es más que evidente que el folklore de las provincias de Sala manca, Zamora y León son familia cercana, cosa que no ocurre con el del resto de las provincias de esta autonomía. Lógicamente, luego existen, dentro del País Leonés, comarcas con una personalidad muy acusada, como pueden ser El Bierzo, El Rebollar, Las Arribes, la Sierra de Francia, Laciana, Sanabria… Comarcas que, a pesar de su singularidad, no dejan de tener ese aire familiar que, incluso, hace que los extremos se parezcan enormemente en temas de folklore.

En Salamanca, el instrumento “rey” es la gaita y el tamboril. Dentro del conjunto de provincias de la autonomía actual única- mente se toca, de forma tradicional, en las tres provincias leonesas (Salamanca, Zamora y León). El instrumento singular por excelencia es el “panderu” (pandero cuadrado) que (¡sorpresa!) únicamente se toca de forma tradicional en las tres provincias leonesas. El tercer instrumento en “discordia” es la gaita de fole, inexistente en Castilla pero que sí se conserva en el occidente del País Leonés. En Salamanca, aunque actualmente no se toca de manera tradicional, la mención en coplas y los comentarios de la gente mayor parecen indicar que se tocó hasta no hace mucho tiempo (quizá, primera mitad del s. XX). Evidentemente, los tres son instrumentos que trascienden el ámbito de lo leonés, pues se tocan en más lugares. Pero el hecho de que los tres se toquen, de forma tradicional, únicamente en las tres provincias leonesas y no en las castellanas ya es un fuerte indicativo de la diferencia en las tradiciones.

Lo mismo podría comentarse del tema trajes tradicionales (ya referí un par de detalles más arriba), del tema bailes, toques, ritmos… Pero es un tema que, más que para una entrevista o una conferencia, dan para un libro. Por resumir, las semejanzas entre el folklore charro y el de sus hermanas Zamora y León son más que evidentes, del mismo modo que quedan patentes, a poco que te fijes, las diferencias entre el folklore leonés y el castellano.

En la división de las extremaduras, la castellana y la leonesa, Béjar se situaba al lado castellano, era una de las comunidades de villa y tierra, sistema de organización propia de Castilla. ¿Por qué en su opinión Béjar es leonesa?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Porque la evolución histórica de Béjar es la que es. Bajo mi punto de vista, tras seis siglos de adscripción regional leonesa de la ciudad de Béjar, me resultaría un tanto absurdo que, por puro altomedievalismo, se le quiera hacer retornar a Castilla olvidando los últimos seiscientos años que lleva formando parte del Reino de León o Región Leonesa. En cuanto a su trayectoria histórica, Béjar sitúa su reconquista en el reinado de Alfonso VII de León, en el que se enmarca la leyenda de los hombres de musgo, pero dicho monarca dejó a su muerte Béjar en el concejo de Ávila, en Castilla, acometiendo Alfonso VIII de Castilla su repoblación, segregándola posteriormente de Ávila como comunidad de villa y tierra. Sin embargo, tras la permuta de Béjar por Frías en 1396, Béjar pasa a la órbita salmantina y, de hecho, en las Cortes de 1425 Béjar ya está representada por Salamanca, estando integrada en la provincia salmantina desde la Baja Edad Media y, con ello, dentro del Reino de León, en el que se mantiene en las posteriores divisiones territoriales, tanto la de Floridablanca de 1785, como la del Trienio Liberal de 1822, o como la actual que surge en 1833. Precisamente esta última división territorial fue la que rompió en tres el antiguo alfoz bejarano, que se encontraba hasta entonces íntegramente en la provincia salmantina y el reino leonés, y pasó a quedar repartido desde entonces entre las regiones de León, Castilla y Extremadura. Por otro lado, no está de más recordar algunos hechos como que, hasta la reordenación de archidiócesis del siglo XIX, Béjar estuvo integrado desde 1216 en la Archidiócesis de Santiago de Compostela, cuyo arzobispo poseía el título de Canciller Mayor de León y Notario Mayor del Reino de León, mientras que los territorios castellanos se integraban mayoritariamente en la Archidiócesis de Toledo, cuyo titular poseía la cancillería y notaría mayor de Castilla. Asimismo, el concejo de Béjar ya en las Cortes de 1293 recibió el Ordenamiento del Reino de León, en vez del de Castilla, mientras que en 1322 Béjar formó una Hermandad multiconcejil junto a Plasencia y varias localidades del Reino de León como Coria, Ga- listeo, Granadilla, Montemayor, Salvatierra y Miranda del Castañar. Estos hechos, sumados a la escasa relación respecto a Castilla que se registra en este periodo, vienen a evidenciar que, desde su separación de Ávila a inicios del siglo XIII, Béjar inicia un giro de relaciones hacia el oeste, hacia el espacio regional leonés, que ya se evidencia a finales del propio siglo XIII, y que se apuntala con su paso al espacio salmantino a caballo entre finales del siglo XIV y principios del XV. Esto no evita que en el siglo XIX el ayunta- miento bejarano llegase a pedir tanto ser provincia propia, como agregarse a la de Ávila, aunque la razón en este caso sería pura- mente económica, ya que la burguesía bejarana buscaba tener una mayor capacidad de influencia, algo que solo podría conseguir o bien con una provincia del alfoz de Béjar, o bien en la de Ávila, dado que entonces Béjar tenía más población que la ciudad de Ávila, pero menos que Salamanca. Por otro lado, retornando a la actualidad, desde el punto de vista cultural solo podemos hablar de Béjar como un territorio de transición entre regiones, al poseer características tanto leonesas, como castellanas y extremeñas, tanto en el habla, como en el folclore. Asimismo, debido a su posición en la Vía de la Plata, Béjar posee sus relaciones más fluidas tanto con Salamanca, como con Extremadura, que en este último caso se apuntalan además por la pertenencia de Béjar a la Con- federación Hidrográfica del Tajo, así como a la Diócesis de Plasencia y la Archidiócesis de Mérida-Badajoz en lo eclesiástico.

Hablemos del libro de Carlos Javier Salgado Fuentes: “La cuestión económica de la Región Leonesa”, obra pre- sentada a lo largo y ancho de la geografía leonesa. ¿La creación de la autonomía de Castilla y León ha sido lesiva para País Leonés?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Ha sido lesiva en la medida en que no ha permitido a la Región Leonesa manejar sus recursos, lo que ha contribuido de manera decisiva a agravar los problemas que se arrastraban, impidiendo además acceder a diversos fondos de cohesión europeos al tener más renta per cápita la parte castellana de la autonomía, ya que, al sacarse la media entre ambas regiones, este hecho impedía el poder optar a unos recursos a los que se podría haber tenido acceso de ser comunidad autónoma, como hicieron Extremadura, Galicia o Andalucía, de cara a acercarse a la media española en renta. De hecho, hoy la Región Leonesa está proporcionalmente más lejos de la media de renta española que al crearse la comunidad de Castilla y León, habiendo registrado la peor evolución de España en este ámbito, lo que sin duda es una muestra de que la inserción en Castilla y León no solo no ha beneficiado a León, Zamora y Salamanca, sino que nos ha perjudicado.

¿Cuál ha sido la provincia leonesa más perjudicada?,

¿Qué datos confirman su estudio? Carlos Javier Salgado Fuentes: Zamora, sin lugar a dudas, es la que arrastra la peor evolución en todos los índices. En cuanto a los datos de mi estudio, los he obtenido de diversos indicadores oficiales, principalmente del INE, y no solo sobre el ámbito demo gráfico (que es del que más se habla), sino en otros como crecimiento vegetativo, envejecimiento, renta per cápita, tasa de actividad, número de ocupados, de nacimientos, emigración al exterior, etc. Todos ellos confirman que la Región Leonesa arrastra la peor evolución socioeconómica de España en periodo autonómico.

¿Cuánta población ha perdido el País Leonés en los años que llevamos de autonomía?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Desde 1983 hasta 2019 estamos hablando de una pérdida de 160.000 habitantes entre las tres provincias leonesas, lo que supone más del 80% de la despoblación sufrida por la comunidad de Castilla y León en este periodo.

¿Cree que la Junta lleva una política demográfica desigual, perjudicando a los leoneses para beneficiar a los castellanos?, ¿no ocurre lo mismo en la castellana Soria, por ejemplo?

Carlos Javier Salgado Fuentes: La política demográfica de la Junta es, simple y llanamente, un desastre, tanto para leoneses como para castellanos. Los datos son en comparación mucho peores en la parte leonesa de la autonomía, pero eso no evita que los datos castellanos sean malos también. La provincia que ha tenido una mejor evolución de la autonomía desde su creación es Valladolid, aunque en los últimos años se encuentra estancada, lo que es una muestra de que la autonomía de Castilla y León no funciona ni para una región ni para la otra. En cuanto a Soria, podemos hablar de una situación peculiar, ya que ha tenido tradicionalmente la densidad de población más baja de toda España, y sigue siendo así, lo que motiva que se lleve la fama de la despoblación en España, pero no es ni por asomo la provincia que posee una peor evolución de la autonomía, ya que las tres provincias leonesas llevan una deriva mucho peor tanto en pérdida de habitantes como en envejecimiento o renta, siendo de hecho Ávila la que posee peores datos evolutivos en la parte castellana de la autonomía, y no Soria como se tiende a crear. Esto no evita que el dato de densidad de Soria sea muy grave y más que preocupante, como lo es el hecho de que su medio rural se encuentre prácticamente despoblado, con una buena cantidad de pueblos llama- dos a desaparecer en los próximos años o décadas, pero si hablamos de evolución dentro de Castilla y León, los peores datos no están en Soria.

¿Cómo evalúa el tejido industrial en el País Leonés res- pecto a las seis provincias castellanas que conforman la comunidad autónoma?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Es evidente que el tejido industrial leonés es mucho menor que el castellano, bien sea por desmantelamiento (caso de la industria textil bejarana o de la minería de carbón de El Bierzo, Laciana, Gordón o Sabero) o por una falta de impulso tanto privado como público. Basta mirar los datos de consumo eléctrico en la autonomía para poder corroborar este hecho, ya que si el consumo doméstico de la Región Leonesa su- pone el 41% del total autonómico (en línea con lo que representa en población), el consumo industrial sin embargo no llega ni al 30% del total autonómico, lo que denota una muy escasa industrialización en Salamanca, Zamora y León en comparación a la parte castellana de la autonomía.

¿Una autonomía leonesa frenaría la despoblación e incentivaría la actividad económica?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Creo que no podemos hacer una afirmación rotunda en este aspecto, porque no sería una varita mágica que acabase con los problemas, sino que habría que trabajar mucho y bien para acabar con ellos. Pero sí considero una evidencia que, cuanto menos, la autonomía leonesa aportaría unos instrumentos que son necesarios para intentar revertir la situación actual de declive y afrontarla con más posibilidades de éxito que en la actualidad.

¿Qué batería de medidas económicas llevaría a cabo para revertir la situación?, ¿estas son incompatibles con permanecer en la comunidad autónoma de Castilla y León?

Carlos Javier Salgado Fuentes: Considero evidente que, sin un manejo de los recursos regionales leoneses, todo lo que se haga no pueden ser sino parches para una situación que requiere de una apuesta real por la vertebración e impulso de la Región Leonesa. Salamanca, Zamora y León necesitan, por ejemplo, reconectarse por ferrocarril, y la región debe volver a vertebrarse, recuperando relaciones intercomarcales e interprovinciales actual- mente abandonadas, pero también mirar más hacia Portugal, Extremadura, Galicia y Asturias, y tejer relaciones económicas más profundas con estos territorios. Está por ver si se puede revertir el daño hecho en estas casi cuatro décadas de comunidad de Castilla y León, en que los intereses de la Región Leonesa han permanecido en un segundo plano, invisibles y postergados. En todo caso, Castilla y León, como comunidad autónoma, ya ha demostrado sobradamente su inutilidad para afrontar los problemas de la Región Leonesa, habiéndolos hecho más graves, de hecho. Por ello, creo que intentar dar solución a los problemas de Salamanca, Zamora y León dentro de Castilla y León es como querer arreglar la fuga de agua de un canal poniéndole tiritas. A día de hoy, la creación de una comunidad autónoma de la Región Leonesa es más una necesidad que un capricho, pues se antoja vital para poder afrontar con más garantías y esperanza el futuro.

Quisiera formular unas preguntas a José Benito Mateos Pascual, experto en la “palra d’El Rebollal” y del folklore local. En octubre de 2019 el Consejo de Europa ha reconocido al “estremeñu” como lengua independiente. Según los filólogos y la Unesco, la “palra d’El Rebollal” es una variedad del “estremeñu”. Entonces, aunque nadie cuestiona las raíces asturleonesas del “estremeñu”, y por lo tanto de la “palra d’El Rebollal”, ¿es la lengua de su comarca un dialecto del idioma “estremeñu” o no está de acuerdo con segregarlo del leonés?

José Benito Mateos Pascual: Los filólogos siempre han considerado tanto a “la palra d’El Rebollal” como al ”estremeñu” parte de la lengua leonesa. Nombres como Ramón Menéndez Pidal o Alonso Zamora Vicente, poco sospechosos de ser de ideología “leonesista” siempre hablaron del leonés como hablado no solo en Asturias, León, Miranda do Douro o Zamora, sino también en Cantabria, Salamanca y Cáceres. Tanto la variedad de El Rebollar (“rebollanu” o “palra d’El Rebollal”) como la de Estremadura (“estremeñu” o “castúo”) están dentro del leonés oriental, igual que el “cántabru” o el asturiano oriental o el “sajambriegu” (Sajambre, en el oriente de la provincia de León). De hecho, las similitudes entre todas las variedades de “leonés oriental” son más que notables. Si a la variedad de El Rebollar se le incluye dentro del “estremeñu”, sería de lógica decir que también se habla “estremeñu” en el oriente de León, en el oriente de Asturias y en Cantabria. Evidentemente, no es así.

El problema tiene tanto una vertiente lingüística como política. En la lingüística, al no haber un “estándar” para la totalidad de la lengua, y tener cada variedad la suya, aun siendo la misma en cada comarca usan sus propias reglas y su denominación, lo que le resta esa fuerza de la unidad. Pese a ser la misma lengua desde Asturias hasta Extremadura, no se percibe como tal. De ahí que existan tantas denominaciones comarcales: rebollanu, jurdanu, patsuezu, alistanu, arribeñu, serraillanu, sajambriego…Y, en la vertiente política, se está queriendo adecuar esas denominaciones locales a las actuales autonomías. Así, siendo la misma lengua, en Asturias lo llaman “asturianu”, en Extremadura “estremeñu”, en León “leonés”

… A mí me han llegado a argumentar que en Extremadura no hablan leonés “porque no son leoneses, son extremeños”. Ese mismo argumento puede utilizarse en el sentido contrario, ¿verdad? Con ese mismo argumento, en El Rebollar no hablamos “estremeñu” porque no somos extremeños, somos leoneses…

Pero el “estremeñu” y la “palra d’El Rebollal”, dado sus rasgos fonéticos y morfosintácticos, considerablemente diferentes a los dialectos leoneses y del asturiano, es imposible que queden incluidos en una futura normalización lingüística del asturleonés. ¿Qué estatus lingüístico ocuparía entonces?

José Benito Mateos Pascual: En Asturias no han tenido ningún problema a la hora de incluir su variedad oriental. Variedad que, como ya dije más arriba, es prácticamente igual al “rebollanu” y al “estremeñu”. De hecho, cuando he coincidido con gente de la zona de Cabrales han comentado que aquí (en la comarca de El Rebollar) hablamos “igual que en su pueblo” …Tampoco ha habido problema ninguno para incluir el “patsuezu”, que también tiene enormes particularidades.

El único problema que veo es el de voluntad. Si se quiere, se buscarán fórmulas. Si no se quiere, aunque se den mil argumentos, siempre habrá pegas.

No obstante, OSCEC Estremaúra (Órganu de Siguimientu i Cordinación del Estremeñu i la su Coltura), corroborado por la Unesco y recientemente, desde 2019, el Consejo de Europa, consideran al “estremeñu”, y con él la “palra d’El Rebollal (modalidad que incluyen en el “estremeñu”) como una lengua independiente. ¿No cree que el “estremeñu”, sin renunciar a sus raíces asturleonesas, está consolidándose como idioma aparte, sin marcha atrás?

José Benito Mateos Pascual: “Europa” está muy lejos y las cosas muchas veces le llegan de oídas, sin investigar en el terreno. Así que en Europa saben lo que les ha contado el OSCEC, que se ha movido, y muy bien, en el sentido de buscar ese reconocimiento. También alguna asociación en defensa de la lengua leonesa (creo que Faceira) viajó a Bruselas con el mismo objetivo y contando su punto de vista sobre el tema. El discurso territorial de OSCEC y de Faceira son complementarios, así que no se contradicen a la hora de decir qué es “llionés” y qué es “estremeñu”.

Al final, se trata (en cierto modo) de saltarse la filología a la hora de clasificar lenguas, y usar la política para marcar los límites lingüísticos. No tengo nada contra ninguna de las dos asociaciones, y estoy de acuerdo en mucha de las cosas que hacen, pero no en el tema territorial.

¿Qué el “estremeñu” pueda consolidarse como lengua en un futuro? Solo el tiempo lo dirá, pues el tiempo normalmente acaba poniendo a cada uno en su lugar.

¿Se enseña a los niños y niñas de la comarca la “palra d’El Rebollal”?, ¿y cómo asignatura extraescolar?

José Benito Mateos Pascual: Por desgracia no. “Los nuestrus dagalis no apriendin ena escuela la nuestra palra”. Son muchas las décadas durante las que se le ha mentido a los padres y abuelos, diciéndoles que eso estaba “mal hablado”, “mal dicho”, que era “de paletos”…Y los que tienen que dar el paso para que se puedan dar clases en la escuela tienen muy interiorizado ese falso discurso y esas falsas razones para no “palral”. No solo no hay iniciativa, sino que, cuando la ha habido, se han puesto trabas. Gracias a la iniciativa de un par de maestros que estuvieron aquí, tuve el honor (hace ya al menos 10 años) de poder dar 6 clases a los “dagalis”. Clases contra las que estuvieron los padres y que salieron adelante gracias a los maestros, que vieron en la “palra d’El Rebollal” lo que es: una riqueza y una de nuestras señas de identidad. Lamentable- mente, eso no tuvo continuidad, cerrándonos así la puerta a la posibilidad del relevo generacional. En eso, nuestros vecinos del “Val de Xálima” nos dan mil vueltas a la hora de la defensa de su “fala”. Allí sí se enseña en la escuela. Allí sí se echan los bandos bilingües. Allí sí tienen los negocios el nombre en su “fala” … En cierto modo, tengo una sana envidia de ellos, un “ojalá en mi tierra se hiciera lo mismo”.

¿Existe alguna protección lingüística en El Rebollar por parte de la Junta de Castilla y León?

José Benito Mateos Pascual: Creo que la única protección oficial está sobre el papel. La Constitución (artículo 3.3) reconoce que las distintas variedades lingüísticas de España son un patrimonio que merece especial respeto y protección. El Estatuto de Au- tonomía de Castilla y León reconoce (artículo 5.2) a la lengua leonesa como parte del patrimonio lingüístico de la comunidad.

¿Acciones? Prácticamente inexistentes. Bien es cierto que, gracias a la presión política del leonesismo, a través de la UPL (Unión del Pueblo Leonés), se consiguió una partida presupuestaria para la defensa de la lengua leonesa, invertidos en la creación de la Cátedra de Estudios Leoneses, la elaboración de varios documenta- les sobre la lengua leonesa (dentro de los cuales, lógicamente, estaba la “palra d’El Rebollal”),… Evidentemente, es poco (o, al menos, mucho menos de lo que nos gustaría), pero es un comienzo.

Por ello, ante este “desierto” son muy importantes la acciones llevas a cabo por distintas asociaciones en defensa de las distintas lenguas minoritarias habladas en la Región Leonesa (leonés, gallego y portugués). Son raras las iniciativas desde los ayuntamientos, pero no quiero olvidar los esfuerzos de Robrea (Robleda, Salamanca), que tiene señalizadas las calles y los caminos en “la palra” y los de la comarca de Cabreira, con los nombres de los pueblos en llionés (por ejemplo, Truchas/Trueitas). Carteles estos últimos donde, por cierto, muchas veces aparecía tachada la denominación en llionés… Habría que imaginar qué dirían los amigos del centralismo si la situación fuese al revés en lugares, por ejemplo, como Cataluña…

Además de la “palra d’El Rebollal”, ¿qué queda del leonés en la provincia de Salamanca?, ¿en el castellano cotidiano de los salmantinos y salmantinas hay palabras y expresiones que denoten un claro sustrato lingüístico leonés?

José Benito Mateos Pascual: Aunque quiera negarse, la lengua leonesa sigue muy viva en Salamanca. Aparte de la “palra d’El Rebollal”, también se conserva con relativa fuerza en Las Arribes con estructura, vocabulario… La misma canción de “La Riverana” (El burro de Villarino) fue recogida por Dámaso Ledesma en leonés…Sin embargo, del mismo modo que ocurre en El Rebollar, las acciones para su defensa son muy escasas. También en la Sierra de Francia se sigue hablando leonés, aunque más castellanizado. Sin embargo, se puede oír el uso del verbo “pechar” (cerrar con llave), nombres de árboles en femenino, como “la nogal” … Y un buen cajón lleno de vocabulario.

En el resto de la provincia, aparte del portugués (La Alamedilla y La Bouza), es mucho lo que se conserva de la lengua leonesa. El sustrato en vocabulario es inmenso, tanto que, debido a ese “ancha es Castilla” que se suele vender, son muchas las palabras leonesas de uso tan corriente en Salamanca que se apuntan como “castellanas” (sin serlo). Un ejemplo. En un artículo que escribieron, en un periódico local, sobre la “palra d’El Rebollal”, tuve la ocasión de colaborar. En una especie de vocabulario que les mandé, incluí la palabra “regatu” (en castellano, arroyo). Pues bien, no debió gustarles mi traducción, y cambiaron la verdadera traducción al castellano (arroyo) por la leonesa (castellanizada) “re- gato”. O sea, que tradujeron la palabra del leonés… al leonés, como parte de esa “manía” de llamar castellano a todo, difuminando así tanto lo leonés como lo verdaderamente castellano… Aparte de eso, también está enormemente extendido el uso del artículo con el posesivo, típica de la lengua leonesa (la mi casa, el mi pueblo…). Es mucho lo que se conserva, aunque se quiera disfrazar.

¿Es cierto que el Fuero de Salamanca está escrito en leonés?

José Benito Mateos Pascual: Sí que es cierto que el fuero de Salamanca está escrito mayoritariamente en leonés. Evidente- mente, en un leonés no normativo, pues no existía norma escrita. Y tampoco de la misma manera, pues no está escrito por una única mano. De este modo, puede uno encontrarse con una misma palabra escrita de varias maneras.

Está también el hecho de que los manuscritos sobre el Fuero de Salamanca que se conservan son los más modernos. El original, del s. XII y su primera copia (mediados del s. XII) están perdidos, y se conocen a partir de las 3 copias posteriores, conocidas como los manuscritos A (s. XIII), B y C (s. XIV). Las copias, al ser posteriores, están más castellanizadas, especialmente el conocido como “manuscrito C” (el más moderno), seguramente debido a la actualización de las palabras usadas en el original por las que se iban imponiendo en la época de redacción de las copias.

Y luego está el hecho de que, en las reediciones modernas, se ha querido “adecuar a la grafía moderna” para que resultara “más comprensible”, con todo lo que eso conlleva…

En definitiva: sí que es cierto que el Fuero de Salamanca es- taba escrito en leonés. La prueba es que, incluso las versiones más modernas, están cargadas de leonesismos y que, cuanto más antiguo es el manuscrito, más leonesismos aparecen. Cabe pensar que los originales (s. XII) estarían escritos en leonés, salpicado de cultismos en latín, lengua también en uso para los textos legales. Podría pensarse que, igual, podrían estar en latín. Sin embargo, el texto del Fuero, al ir dirigido al pueblo, tendría que estar redactado en la lengua que hablaba el pueblo: la lengua leonesa.

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