Demolición programada de León (I)

Ismael González Millán. Conceyu País Llionés

En toda demolición controlada se colocan las cargas en lugares estratégicos. Para abatir una región, “pongamos que hablo de León”, los “explosivos” usados son decisiones políticas sutiles, tomadas de una en una, como el hilo de la araña, pero en su conjunto conforman una trama insalvable (la telaraña) que pretende, ya casi cumplido, no ya neutralizar al pueblo leonés, sino debilitarlo, arruinarlo, sin posibilidades de recuperación.

Los puntos estratégicos donde situar las “cargas”, son básicamente tres: 1) La actividad económica (inversiones, empresas, trabajo…); 2) Comunicaciones: condicionantes de lo anterior -la economía-, y de la movilidad de la población, que incide en la misma; 3) Identidad (historia, tradiciones, lengua). Dinamitando esos puntos clave, se garantiza la ruina de esa región, y su anulación como amenaza competitiva, para interés de los actores, la Junta/Valladolid, que así eliminan adversarios en la aspiración de hegemonía, al tiempo que deciden el destino, se apropian y disfrutan, de los recursos del pueblo dominado.

Tal plan lo viene siguiendo la Junta, con paso firme, desde la constitución de la Autonomía. Pero, en la actualidad, al menos, cuenta con el concurso del Gobierno (PSOE y UP), que, en colusión con la Junta -pactada o casual, no importa-, están despojando a León de todo proyecto que le permitiera salir del atolladero. La negativa de los aparatos del PP y del PSOE a la autonomía leonesa, presionando a sus ediles en los ayuntamientos para votar en contra, avala el contubernio. Las últimas declaraciones del presidente de la Diputación sellan la voluntad de ambos de mantener a la región leonesa como tierra nutricia, y a las órdenes de Castilla, en fin, una colonia en toda regla.

El objetivo, y víctima, es toda la región leonesa, pero se pone especial énfasis en socavar la provincia de León, para descabezar a la región, y paralizar todo intento de segregación.

Las consecuencias de la inactividad económica generan lo que vemos -y sufrimos- diariamente en León (y Zamora y Salamanca) de forma desoladora: paro (2ª tasa de actividad peor de España); emigración: cada año se van de León más de 4.000 personas, la mayoría jóvenes, que difícilmente regresarán porque asientan fuera su presente y porvenir, y generan allí su prole. Los mayores se quedan aquí, en la población más envejecida de Europa.

Todo esto lo constata y explica Sergio Tomé, geógrafo leonés y profesor de la Universidad de Oviedo, que presentó un estudio que alerta sobre la decadencia de la capital leonesa en lo demográfico, urbanístico, ambiental y social, concluyendo que es una “ciudad menguante al borde del colapso”; «la decadencia de la ciudad de León ha alcanzado dimensiones críticas», dice, y «la mengua puede derivar en colapso múltiple con proporciones desconocidas». Y añade que urge acción pública estatal para su regeneración. El problema es que las competencias para las acciones públicas necesarias para el rescate, unas son autonómicas, y dependen del organismo que está gestionado tal decadencia, deliberadamente, y obviamente no aplica los mecanismos correctores que el propio Estatuto le ofrece; y otras estatales, en que los gobiernos sucesivos parecen haber asumido la pérdida de influencia de la región leonesa y prefieren desarrollar otros territorios con más peso, y más votos, a cambio de recibir sus “atenciones presupuestarias”.

Los votos de León, parece que son incondicionales, por muchas faenas que nos hagan ambos partidos; nos maltratan impunemente, sabiendo que les seguiremos votando. León es el crisol de España, y los leoneses aún seguimos pensando, y votando, en clave nacional, olvidándonos de nuestro particular interés, incluso en plena agonía, servida por aquellos.

DEMOLICIÓN PROGRAMADA DE LEÓN

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